Santiago Pedraglio

La preocupación principal –y promesa de acción– de la mayoría del cuando se conducía como opositora implacable contra era que el país estaba ante la urgencia de defender y consolidar el sistema frente a las amenazas que representaban el “castillismo” y otros radicalismos.

Sin embargo, esa misma mayoría es hoy centro y motor de la crisis del orden democrático. Sus integrantes han convertido en una práctica regular la injerencia en otros poderes del y en organismos constitucionales autónomos como la Virulentos opositores a la propuesta de una nueva , han modificado decenas de artículos de esta. Van tras el sistema electoral, lo que genera una alta incertidumbre sobre el proceso y los resultados de los comicios del 2026. Se han autoprotegido y lanzan reiteradas amenazas contra la . Se han autoproclamado unilateralmente, además, como “primer poder del Estado”.

En menos palabras, esos legisladores han convertido al Congreso en símbolo de la prepotencia y la incertidumbre. ¿Cómo esperar que se conviertan en paladines de la lucha por el respeto a la ley y las normas si son los promotores primordiales del estilo “el que puede, puede”? (un estilo que, además de romper las reglas democráticas, como “buen” mal ejemplo inunda las calles y contamina el comportamiento cotidiano).

El liberalismo político y cultural ha pasado a ser otro de los principales blancos del extremismo parlamentario. Así, convierten la democracia en palabra hueca y la Constitución en un compromiso vacío de contenido. En parte por ello, el descreimiento se apropia de la actitud y la sensibilidad de los ciudadanos. Más aún cuando, en paralelo, el porcentaje de ha crecido al 29%, lo que significa que en el 2023 casi 600.000 personas más que en el 2022 (9′780.000 peruanos en total) no alcanzaron a cubrir la canasta básica de consumo, calculada por el en S/446 mensuales por habitante.

Ante esta realidad, y sabiendo que la mayoría de los congresistas del extremo aludido deben estar pensando en que –por más esfuerzos que hagan– es nula o muy escasa la posibilidad de su reelección, no queda sino plantearse una pregunta crucial: ¿es posible imaginar que las mismas personas que han organizado y promovido desmanes jurídicos y antidemocráticos durante los últimos 17 meses organicen unas elecciones generales limpias? ¿Será posible tal milagro?

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Santiago Pedraglio es Sociólogo