Ángel Navarro

Ya no usamos el plástico; el plástico nos utiliza a nosotros. Está presente en las calles, los edificios y en cada rincón del planeta, incluso dentro de cada uno de nosotros. Aunque la banda danesa Aqua popularizó involuntariamente la frase “¡Vivir en plástico es fantástico!”, 27 años después la realidad nos muestra que no lo es. Con 886 toneladas de residuos sintéticos generados al día en Lima, la línea evolutiva parece inclinarse hacia un futuro donde los seres humanos vivan en simbiosis, no con la naturaleza, sino con los polímeros sintéticos:

“Es una cruel ironía, una involución que provocamos al mantenernos en esta cultura que hace un uso desmedido de este material, además de mantener el estilo de vida del continuo y rápido desecho de todo lo que consumimos”, comenta la artista Ana Lucía Saavedra en entrevista con El Comercio.

El espectáculo de danza hace uso del plástico como un elemento simbólico para denotar los cambios que han experimentado los seres humanos.
El espectáculo de danza hace uso del plástico como un elemento simbólico para denotar los cambios que han experimentado los seres humanos.

Bajo esta premisa, la puesta en escena, elaborada con materiales reciclados, no busca dejar ningún mensaje efímero sobre los cambios ambientales, sino reflejar una realidad latente. Apostando por la danza, “Homoplastic Sapiens” muestra a través del movimiento de los bailarines Adriano Álamo, Ana Lucía Saavedra, Brighit Mercado, Mireya Osorio y Sandra Miranda un futuro postapocalíptico donde una mutación genética convirtió a los humanos en una suerte de mutantes que buscan sobrevivir en un mundo donde la naturaleza ya no existe.

Los intérpretes no tienen dermis, sino piel de plástico. Además de presentar elementos brillantes, lujosos, y desechables. “Buscan volver a sí mismos, a ese origen natural alejado de las pretensiones y mentiras que traen los objetos de plástico, que por lo general reflejan una copia fría de elementos que encontramos en nuestra vida”, menciona la artista.

A través de la danza contemporánea, Ana Lucía Saavedra comparte su visión de este nuevo ser que se ha gestado en un mundo sepultado por el plástico.
A través de la danza contemporánea, Ana Lucía Saavedra comparte su visión de este nuevo ser que se ha gestado en un mundo sepultado por el plástico.

Involución

Esta versión extendida de una coreografía elaborada por Ana Lucía Saavedra surge de sus experiencias en Cusco, donde observó lo que describe como una gran contradicción. “Ese es un lugar caracterizado por la armonía entre la naturaleza y los incas. Ahora, en las ruinas de esa civilización, encontramos envolturas de golosinas, botellas descartables y otros desechables. Incluso si te adentras en lo más profundo del lugar, encontrarás plástico”, cuenta Saavedra.

“La vida del homoplastic es miserable, y se caracteriza principalmente por ser una existencia individualista, superficial, agresiva, vanidosa y muy rápida. Algo que lamentablemente podemos ver reflejado en la sociedad actual”, explica Saavedra, quien admite que no todo es negativo si se usa con moderación. “El plástico nos facilita la vida, nos ayuda a almacenar cosas, transportarlas y crear cosas de manera fácil. Esa también es una verdad innegable”, agrega.

Otra reflexión que busca la obra es evidenciar la propia deshumanización del homo sapiens sapiens gracias a la cosificación indiscriminada que se vive en estos tiempos. “El ser humano ya es una materia prima, un bien de consumo que, al igual que el plástico, puede ser descartado con facilidad. El misterio queda en ver si solucionaremos este problema o cavaremos nuestra propia tumba que será enterrada en plástico”, concluye.